lunes, 13 de septiembre de 2010

La pérdida de los valores éticos

Ameth Cerceño B.

La Universidad de Panamá es el centro de enseñanza superior más importante de nuestro país, fundado en 1935 bajo la presidencia de Harmodio Arias Madrid y siendo su primer rector Octavio Méndez Pereira. Ha sido el alma mater de muchos profesionales panameños, quienes han contribuido al desarrollo de esta gran nación.




Los estudiantes universitarios siempre hemos jugado un papel preponderante en los grandes acontecimientos sociales y políticos de este país, pero es lamentable que hoy no tengamos la misma preponderancia que tuvimos en otros tiempos.

El incidente protagonizado por estudiantes universitarios, donde uno arremete contra otro hiriéndolo con un arma blanca, es sin duda un acto delincuencial y de intolerancia, según lo que he escuchado en medios televisivos.

No es la primera vez que esto ocurre en la universidad; hace un año, durante la discusión de las reformas de la seguridad social, un estudiante en el paraninfo universitario golpeó a otro frente a algunas autoridades de la universidad. El observar peleas y amenazas de un grupo político a otro son hechos que como estudiante he presenciado en la Facultad de Derecho, lo cual no debe ser ajeno a otras facultades.

Creo que la medida de cerrar la Universidad de Panamá es un acto de irresponsabilidad por parte de las autoridades universitarias, porque afecta a más del 90% de los estudiantes, que es la gran mayoría y que no participa en jugadas de políticas internas que no producen beneficios al mejor funcionamiento de la Universidad de Panamá; pero respaldo la decisión adoptada de expulsar al estudiante que agredió y de suspender al resto de los estudiantes que de manera directa o indirecta participaron en tan bajo incidente.

Como estudiantes tenemos que ser conscientes de que asistimos a una universidad que nos abre las puertas al mundo profesional con una inversión que no supera los quinientos balboas; yo, en mis cinco años de estudio, he pagado en matrículas la suma doscientos setenta y cinco balboas (B/. 275.00), y cada vez que la universidad cierra o un estudiante fracasa, ello representa para el Estado panameño pérdidas económicas, lo cual nos debe hacer sentir en deuda con la sociedad panameña.

Una realidad que el catedrático Miguel Antonio Bernal ha señalado es que la universidad está secuestrada por el clientelismo, el sectarismo y sobre todo en estos momentos en que estamos próximos a escoger a las nuevas autoridades, entrando los grupos políticos estudiantiles al rejuego de apoyar a profesores, buscando de igual forma mayores espacios políticos que incluyen prebendas, exoneraciones de matrículas, etc.

Es importante que la ciudadanía entienda que no todos los estudiantes universitarios que participan en proselitismo político dentro de la Universidad de Panamá son indisciplinados ni están pensando en el juega vivo; pero sí es cierto que existe una parte de los que pertenecen a estas agrupaciones que no practican la tolerancia ni respetan el derecho de opinión de los otros, lo cual es lamentable porque daña la imagen de la universidad y le resta credibilidad en sus participaciones al hacernos sentir con nuestras opiniones ante los problemas que enfrenta el país. En gran medida es por ello que en muchas ocasiones el cierre de calles es innecesario y se convierte en actos que van en contra del respeto de los derechos de terceros.

El incidente ocurrido en la casa de Méndez Pereira es un ejemplo de la pérdida de los valores éticos y morales de la sociedad panameña, lo cual, sumado al alto índice de fracasos en los estudiantes de primer ingreso a la universidad, deja mucho que pensar de nuestro sistema educativo y del país que queremos construir.

La sociedad panameña está secuestrada por la intolerancia, el irrespeto, la violencia y la delincuencia, que atenta contra la convivencia pacífica de nuestros ciudadanos, lo cual ocurre ante un silencio cómplice y la falta de una política coherente por parte de las autoridades para hacer frente a los grandes problemas del país.

Todo joven, todo estudiante, es el reflejo de su hogar, lo que nos lleva a la conclusión de que existe una crisis social que empieza en las familias panameñas y se agrava por los problemas que enfrenta nuestro sistema educativo: profesores mal preparados, escuelas en mal estado, todo esto provoca que en el estudiante no se despierte la alegría por el trabajo y el conocimiento. Tenemos que unir esfuerzos por rescatar al país de la crisis en que se encuentra; como estudiantes tenemos que comprender los problemas de la sociedad y de los individuos, adquiriendo el compromiso de buscarles solución; hay que velar por el buen camino hacia donde queremos llevar los destinos del país, para poder ir así hacia la luz.

El autor es estudiante de la Universidad de Panamá

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